Los Curris

Bueno!

Hace mucho mucho tiempo que no escribo. Mis disculpas. La semana pasada estuve en Chicago (sobre lo cual también tengo que escribir... argh se me acumulan las cosas) y durante la anterior, como era de esperar, se me acumuló el trabajo - ya sabéis, dejando las cosas cerradas antes de irse. Y bueno, ahora toca reabrir las cosas cerradas. Os lo podéis imaginar.

Pero no quería retrasar esto más.

Tras releer el post anterior y sus comentarios, me ha dado la impresión de que parece que no disfruté de mi viaje. En este post trataré de desmentir el hecho. Para ello hablaré de las cosas que más me gustaron del país tropical.

Río de Janeiro. Es una ciudad simplemente espectacular. El simple hecho de visitarla ya hace que merezca la pena viajar a Brasil. Os remito a la foto de mi post anterior. En general, Brasil os ofrecerá unas vistas salvajas que no podréis dejar de rememorar.

La comida. Yo nunca tengo una relación ... explosiva con las legumbres, así que nunca las tomo. Sin embargo, una feijoada fue un placer que no pude resistir. Aunque no fue lo único. Un día desayunamos mandioca hervida con mantequilla en nuestro hotel. Era un híbrido extraño entre plátano y patata, buenísimo. Comimos unas frutas tropicales exquisitas. Hasta la cerveza estaba buena (y barata, 1 real el botellín). Y la moqueca de pez en Salvador fue exquisita cuanto menos.

La gente. Me crié en Andalucía. Estoy acostumbrado a que la gente sea próxima, y no me sorprendo si me tocan o me sonríen a menudo. Tampoco me sorprendo cuando alguien habla alto. Mis viajes también me han permitido empaparme de la cultura mediterránea, y en mi trabajo, he conocido a los vikingos del norte, gente por lo general más fría en el trato (hasta que agarran el cuerno de cerveza, todo hay que decirlo). Y sin embargo nunca he visto sonrisas más amplias ni trato más cercano. Esta gente parece vivir en una eterna verbena. Los que busquen puntualidad, que miren en otro sitio. En Brasil hay muchos niños. Los ví subirse a un camión repartidor de butano en marcha, y darse clases de percusión utilizando una farola como tambor.

Y esos serían los tres puntos principales que destacaría del viaje. Echando la vista atrás, la mayoría de los problemas que tuve fueron culpa mía (no tenía que haberme llevado la cámara al bloco y no tendría que haber comido comida de un tenderete de la calle) y ni mucho menos deseo que os llevéis esa impresión de un gran país, que merece la pena visitar.

Dicho lo cual, en el siguiente post publicaré mis impresiones sobre "lo que menos me gustó" de brasil.

Escrito el lunes, marzo 10, 2008 en 3/10/2008 12:20:00 p. m..